domingo, 24 de octubre de 2010

Confesión # 1


Todo el mundo está malhumorado y anda con prisas. Parece que no hay tiempo ni para aprender, porque a las nueve en punto todo tiene que estar pensado-hecho-recogido-volcado-montado-exportado (en 4:3 y no en 16:9, exigencias de la casa). Nacen entonces los errores, como setas, y las soluciones a última hora, como pastillas para el dolor de cabeza. Yo me doy cuenta de que en algún momento entre mi salida del instituto y el presente he perdido un puñado de neuronas, pero no sé exactamente cuándo. Supongo que ha sido algo progresivo, vaya, lo normal en estos casos... Miro a mi izquierda y veo la cama sin hacer; cierro los ojos y las decisiones están aún por tomar. De todos modos sigo empeñada en ir llenando calendarios hechos a mano. El lunes toca esto, el martes aquello, el domingo ya se verá. En realidad por más que planee nada sale como estaba previsto: muere el que debía vivir más años, haces el plano y te olvidas del contraplano. Cosas que pasan… Mientras tanto voy montando los meses, con un fundido aquí, un punto de giro allá, un zoom out cuando es necesario para ver toda la escena con claridad. Pero las cosas son espesas: textos largos en inglés avanzado, mi pelo sucio y enredado, semen sobre las sábanas, guiones a cuatro manos. Cierro el documento del thriller para volver al melodrama que no llega ni siquiera a ser drama, y así termino:

INT. BUHARDILLA. 1:00 a.m.

Suena la última canción en Spotify. No sin remordimientos, apaga el ordenador, se levanta, se lava los dientes y la cara y se mete en su cama, tapada hasta arriba. Lleva calcetines puestos. Empieza a notar el calor del calefactor eléctrico entrando por debajo de la colcha, desde los pies hasta los muslos, y piensa en… no se pueden poner los pensamientos de los personajes, solo las acciones.


CORTE

No hay comentarios:

Publicar un comentario