viernes, 12 de noviembre de 2010

Gritos y susurros


"lo que me pides es monstruoso, quizás si te amara... pero no"



- Ven aquí María. Mírate en el espejo. Eres hermosa. Quizá más hermosa aún que en nuestros tiempos. Pero has cambiado. Quiero que veas cómo has cambiado. Tu mirada es ahora rápida, calculadora. Antes tu mirada era clara, abierta, directa, sin disimulo. Tu boca ha adquirido un pliegue de insatisfacción y de hambre. Antes era blanda, suave. Tu tez es pálida, ha perdido frescura. Te maquillas. Tu pura y amplia frente tiene ahora cuatro líneas sobre cada ceja que sólo se descubren a la luz del día. ¿Sabes de donde vienen esas arrugas? (...) De la indiferencia, María. Y ese contorno fino de la oreja a la barbilla... ya no es tan fino. Ahí es donde residen la complacencia y la indolencia. Mira aquí, el puente de la nariz. ¿Por qué sonríes así tan a menudo, María? ¿Ves? Demasiado a menudo. ¿Lo ves? Bajo tus ojos, arrugas profundas, apenas visibles, de aburrimiento, e impaciencia.

- ¿Ves todo eso cuando miras mi cara?

- No, pero lo siento cuando me besas.

- Te ríes de mí. Pero sé dónde lo ves.

- ¿Dónde lo veo?
 
- En ti mismo, porque nos parecemos mucho, tú y yo.

(...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario