... El origen de “La leyenda del tiempo” no se encuentra en ninguna idea preconcebida, sino en encuentros imprevistos, como el de los hermanos Cheíto e Israel, el más joven de los cuales estaba justo en la pubertad, en ese instante en que la voz te cambia para siempre, cuando llega la hora de enfrentarse al mundo de los adultos y al primer amor; o en la presencia, para mí tan misteriosa y sorprendente, de las cientos de jóvenes japonesas que dejan atrás sus vidas y cruzan medio mundo para aprender a expresar sus emociones mediante el flamenco; en la belleza de las salinas, las marismas y las playas azotadas por el viento de levante; en las tabernas gaditanas, o en el último pescador de atunes japonés desembarcado aquí, un marinero en tierra decidido a echar el ancla en estas tierras.
Ésta es una película de personajes reales; abierta a lo inesperado y escrita en presente, a medida que los sucesos fortuitos y los imaginados se entrecruzaban. Un retrato de dos personajes, Israel y Makiko, prácticamente opuestos, pero que comparten una característica definitiva: aunque aún no lo saben, están a punto de cambiar para siempre. Por eso, “La leyenda del tiempo” también es una película sobre el momento del cambio, que busca retratar ese momento, tan desapercibido, en que mudamos de piel para convertirnos en alguien distinto al que éramos ayer.
Si no era un proyecto preconcebido, ¿como has desarrollado el guión? Por un lado, necesitaba de un guión para tener la sensación de que tenia un proyecto. Por otro, era una película que quería hacer durante el rodaje, descubriéndola. Escuché historias sobre las japonesas que venían allí para aprender el flamenco y sobre los niños que cambiaban de voz y se convertían en cantantes de flamenco mediocres. Compilé esas historias como si hicieran parte de un guión para un documental pero dejando claro que no era un guión, sino una declaración de intenciones. Luego hicimos los castings; encontramos a Isra y a Makiko con sus historias reales y pasamos muchas semanas con ellos, descubriendo lo que hacían y filmando su cotidiano. Partimos de lo que había encontrado en el viaje y de las historias reales de los personajes, y luego fue una mezcla entre lo que ellos hacían realmente y de lo que yo les proponía como juego. Nunca había ningún texto escrito. Lo trabajábamos durante el rodaje.
¿Porqué te interesa jugar con la frontera entre la realidad y la ficción? Lo que pretendía era captar momentos de veracidad y creo que puedes conseguirlo a partir del documental como a partir de la ficción. Hay secuencias en que no hay intervención de nuestra parte y luego otras en que hicimos propuestas. La idea era utilizar varias estrategias para conseguir captar esos momentos de veracidad. Me gusta lo que decía van der Keuken. Le parecía muy poco práctica la distinción entre documental y ficción; prefería la distinción entre "cine espontáneo e improvisado" y "cine escrito y preparado". En mi película hay ficción y documental, pero es sobretodo una película abierta al imprevisto.
Isaki Lacuesta
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