jueves, 6 de enero de 2011

Alicia (II)


Capítulo VI
Cerdo y pimienta (fragmento)

Así pues, dejó a la criaturita en el suelo, y se sintió aliviada viéndole trotar tranquilamente hacia el bosque. "Si hubiera crecido - se dijo -, habría sido un chico terriblemente feo; pero como cerco, creo que será un cerdo precioso". Y se puso a pensar en otros niños que conocía y que podrían estar muy bien como cerdos; justo cuando estaba diciéndose "¡ojalá supiera cómo transformarlos...", se asustó un poco al ver al Gato de Cheshire en la rama de un árbol, a unos pocos pasos.
El Gato se limitó a sonreír cuando vio a Alicia. "Parecía de buen carácter" - pensó ella. Pero tenía unas uñas muy largas y muchísimos dientes, por lo que decidió que lo mejor sería tratarle con respeto.
- Minino de Cheshire - empezó a decir en tono tímido, porque no estaba del todo segura de que ese nombre le gustara; sin embargo el gato amplió más su sonrisa: "Bueno, parece que le está gustando - pensó Alicia, y prosiguió:
- ¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?
- Eso depende en gran medida de adónde quieras llegar - dijo el Gato.
- No me preocupa mucho adónde... dijo Alicia.
- En ese caso, poco importa el camino que tomes - dijo el Gato.
- ... con tal de que llegue a alguna parte - añadió Alicia a modo de explicación.

(...)

- Dicho sea de paso, ¿qué ha sido del niño? - dijo el Gato. - Casi se me olvida preguntarlo.
- Se convirtió en un lechón - dijo Alicia muy tranquila, como si la vuelta del Gato fuera completamente natural.
- Estaba seguro de que lo haría - dijo el Gato, y desapareció otra vez.
Alicia aguardó un poco, con la esperanza de volver a verle, pero el Gato no reapareció; y, al cabo de uno o dos minutos, echó a andar en la dirección en que, según le había dicho el Gato, vivía la Liebre de Marzo.


(...)

- ¿Dijiste lechón o pichón? - preguntó el Gato.
- Dije lechón - contestó Alicia -; y me gustaría que no aparecieras y desaparecieras tan de golpe; ¡me mareas!
- De acuerdo - dijo el Gato, y en esta ocasión desapareció muy despacito, empezando por la punta de la cola y terminando por la sonrisa, que se quedó un rato después que el resto hubo desaparecido.
- Bueno, he visto muchas veces un gato sin sonrisa - pensó Alicia -. ¡Pero una sonrisa sin gato!... Es la cosa más curiosa que he visto en mi vida.

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