sábado, 19 de marzo de 2011

Z de Zine


Un par para dos

Párpados se estrenó el 28 de Septiembre de 1989 en la segunda cadena de TVE. Fue uno de los 13 capítulos independientes emitidos dentro de la serie Delirios de amor, producida por Antonio González Gil. El hilo conductor a nivel temático venía dado por historias de amores especiales desarrolladas en un escenario urbano, todas ellas dirigidas por distintos cineastas atípicos del panorama español como por ejemplo Luis Eduardo Aute, Emma Cohen o Imanol Arias. La pieza, un mediometraje de 29 minutos de duración, fue rodada en 16mm. En ella Zulueta experimenta la mezcla de formatos - como ya hizo en Arrebato -, refilmando secuencias inicialmente rodadas en vídeo. Igualmente continúa manifestando su obsesión por las formas circulares, las cuales ya habían aparecido con frecuencia en sus cortometrajes de los setenta, remitiéndonos a Hitchcock. Además de explotar al máximo las posibilidades de puesta en escena y del montaje fragmentado, juega con la música compuesta por Alvaro Cárdenas y utiliza la banda de sonido a su antojo. Párpados se hizo al ritmo de su tiempo, sin volver la vista atrás; de ahí su vanguardismo - tan godardiano como warholiano - y su humor optimista, fresco y nuevo, al que no nos tenía acostumbrados el director. De nuevo se manifiesta el modus operandi de Zulueta, consistente en una pura exploración sin límites preconcebidos, en dejarse llevar por lo que un concepto visual y trascendental le sugiere.


Imágenes de "Leo es Pardo" (1976)

El relato gira entorno al tema de la simbiosis, la dualidad, la voluntad de desdoblarse. Los protagonistas son cuatro, Carmen y Carlos, amigos y amantes, propietarios de una galería de arte; y dos gemelas idénticas – no queda claro si son sus hijas o no – cuyas vidas “no son como las de la mayoría de los mortales que viven solos”. Las segundas vienen a ser un espectro de ellos mismos, el resultado de su deseo, “una necesidad tan poderosa de desplegarse, que pueden llegar a duplicarse”. Cuando las facciones de Eusebio Poncela y Marisa Paredes se superponen en el cristal de una ventana son también casi paralelas, calcadas. Es la fusión de dos individuos en uno. Dos ojos, dos párpados, un par para dos.

Zulueta: Del zine a la televisión
 
Cabe señalar que la ficción televisiva posee una lógica distinta a la cinematográfica que va más allá de los aspectos formales, principalmente porque varían el tiempo, el presupuesto y la forma de consumo. Sin embargo, en el salto de una pantalla a otra, Zulueta no se deja constreñir, no recorta ni una pizca de su capital. El director utiliza un lenguaje igual de visual que en cine, no cayendo en la trampa de explicar la mayor parte de la historia mediante los diálogos – aunque sí utilizándolos de manera poética –, no dando al espectador un significado mascado. Su narrativa aborda asuntos, conflictos y obsesiones igual de complejas que las de su obra cinematográfica principal. Tampoco parece verse limitado por filtros e imposiciones de la cadena, cosa que se demuestra en el lenguaje humorístico –Txüpa y Mella son los nombres de las risueñas mellizas…– o en algunos planos de semidesnudez y sensualidad.


Zulueta, en su ficción para televisión, llena el universo de los monocigóticos, de los dobles y las copias; con pinturas de Gauguin, Van Gogh, (de)lirios, imágenes de la Gran Vía, extraños desagües en el techo que parecen llevar a otra dimensión. La relación del director con la imagen se revela casi mística. En Arrebato, los cromos condensan una serie de experiencias personales, son el objeto que tiene el poder de dejar a los personajes sumidos en una pausa, un éxtasis silencioso, una catarsis visual. En Párpados, “MECCA” es el nombre de la galería de arte que Carmen y Carlos poseen, siendo el edificio un almacén y a la vez un taller, en el cual uno puede retirarse a la contemplación del tráfico urbano o pintar cuando le apetezca, fregar el lienzo con fuerza - si es necesario, entre dos personas -. Recordemos también que el propio Iván se aficionó al dibujo y la pintura desde la infancia, época en la que inventaba carteles para películas americanas que todavía no se habían estrenado en España. Desarrolló una prolífica carrera como cartelista e incluso se aficionó durante un tiempo a la fotografía instantánea. Su madre también era pintora, hecho que le influenció notablemente: “La ilusión de irme yo al cole a las tres de la tarde y ver que había algo que se estaba empezando a manchar, una cosa grande blanca… y al volver cuatro horas más tarde y ver como había sido aquello, como había cambiado, como había crecido… oye, eso era... como ir al cine… a ver ¿que ha pasado?, ¿qué ha pasado?...”[1]

En cuanto a la obstinación por el desdoblamiento, esta ya se había hecho presente en anteriores obras de Zulueta. En el cortometraje Leo es Pardo (1976) el protagonista experimentaba un proceso de duplicación y transformación desde el sexo masculino al femenino, de nuevo sin saber si la otredad era una realidad o una ilusión, sin distinguir entre el soñador y lo soñado. En más de una ocasión se mira en el espejo del baño, ¿y qué es mirarse al espejo?... fragmentarse uno mismo en infinitas realidades.

El “arrebato” se presentó en su obra cinematográfica como aquel instante mágico propio de la infancia y de los estados alterados de la percepción en el que uno se queda absorto con un objeto o una imagen y el tiempo parece detenerse, entrando en un estado extático exento de responsabilidades en el que el sujeto no actúa sino que se limita a observar el mundo desde fuera. La película abordaba un metalenguaje reflexivo y un tanto críptico. Convertía la cámara en un ente que absorbía y fascinaba al individuo de manera vampírica – como lo hace la droga – hasta quitarle la vida. Y así pasaban los protagonistas al otro lado, pero, ¿del lado de quién estaba la realidad? Descartes instauró en el centro mismo de su sistema la duda absoluta, dejando a la intemperie la certeza sobre la realidad del mundo de los objetos y especulando con que el mundo real empírico no fuera más que un cúmulo de ilusiones. También fue ese el centro del drama calderoniano y del cuento de Carroll. Precisamente el verso final del poema con el cual se cierra Alicia a través del espejo parafrasea el discurso de Segismundo: "Life, what is it but a dream?". El encantador sueño de la imagen, el noviazgo con la creación, se transformó a veces en pesadilla hasta el arrebato final, el cual le llegó a Zulueta el 30 de Noviembre de 2009.


“Dime, ¿cuánto tiempo te podías quedar mirando este cromo? ¿y éste? ¿te acuerdas? ¿y esta orla? ¿y este otro? ¡años, siglos…toda una mañana! Imposible saberlo. Estabas en plena fuga, éxtasis…colgado, en plena pausa… ¡Arrebatado!”

Will More. Arrebato (1989)

(...)

Párpados, desde la ficción, concibe el medio televisivo como un lenguaje artístico más en el plano formal, y a su vez, acerca el arte plástico a la población – Gauguin, Van Gogh… –en el plano del contenido. Tanto la fotografía como el guión son objeto de una cuidada organización y de una sensibilidad hacia la belleza, la poesía, el humor, la complejidad de la psique humana y la vida urbana en su apogeo. Si bien Párpados no realiza una crítica al conjunto de relaciones y organizaciones sociales, políticas y de representación dominantes; sí que apuesta por diferenciarse en los temas tratados – arte, sensualidad, psicología, percepción, biología humana… – y en el enfoque, esa visión personal, alucinada y simbólica que probablemente no cabría en la televisión comercial de nuestros días. En definitiva, Párpados forma parte de una televisión con tendencia a lo nuevo, que estimula el interés por la cultura y el arte, que aboga por la libertad de pensamiento y acción y que no esquematiza la realidad social.

Por otro lado, además de ser un canto al amor fraternal-sensual y a las dualidades, el mediometraje representa una oda a la cultura del momento. “En la primavera de 1988, Madrid era una fiesta, la capital of the world (…) El dinero, el arte y la cultura, todo con mayúsculas, ocupaban los primeros puestas de las listas del éxito… Grandes arterias y centros neurálgicos se ponían de acuerdo para que tanta efervescencia pudiera desarrollarse”[3]. Precisamente en aquellos años el movimiento contracultural de la movida madrileña - en la cual Eusebio Poncela había sido un actor fetiche - empezaba a decaer, al tiempo que se hacía pública La Ley de Televisión Privada de 1988. En este sentido, Párpados nos habla de una serie de valores, expectativas, actitudes, sueños… todo aquello que en un momento dado conformó la entidad cultural de la sociedad española, quizás desde una visión entre nostálgica y premonitoria. La ficción televisiva provee a las audiencias de un país de ocasiones en las que comparten, además de diversión y entretenimiento, descripciones de su idiosincrasia, problemas y conflictos sociales, dilemas morales de su sociedad, etc. Tal como afirma John Hartley, la televisión ha sido utilizada exitosamente para hablarle al público acerca de la cultura y la política del pasado (…), pero se le ha animado poco a analizar su propio lugar político y cultural en el mundo contemporáneo [4]. Así lo había hecho TVE con series como Teresa de Jesús (1984), Goya (1985), Los Pazos de Ulloa (1985), Lorca, muerte de un poeta (1987)… con el objetivo pedagógico de acercar la cultura y la historia del país al gran público, una necesidad ontológica bajo la que fueron diseñadas y concebidas las segundas cadenas europeas. La novedad y la virtud de Párpados, dentro de la serie Delirios de Amor, y de otras ficciones como Anillos de Oro (1983) o Media Naranja (1986), por citar algunos ejemplos, fue reflejar el contexto español del momento, dirigir la mirada hacia el presente social y cultural y manifestar los cambios que se estaban produciendo; desde la introducción de la ley del divorcio, pasando por la homosexualidad, los nuevos estilos de vida de las clases medias-altas, las nuevas formas de convivencia o el contraste ideológico y político que dividía a la población.

Igualmente, se trata de una pieza innovadora, un trabajo vigoroso y libre. ¿Por qué hubo un momento en que la televisión pública fue capaz de producirlo? Quizás porque Zulueta quiso imponer su mirada, no que le impusieran corsés más allá de la duración y el asunto principal, porque apostó por el riesgo y la modernidad. También porque en su trabajo siempre fue fundamental la experimentación – desde sus primeros cortos a sus aventuras con las Polaroid – y el juego – con los formatos, el sonido, el montaje, las formas, el ritmo…–, de ahí su vanguardismo no pretendido, su vocación transgresora.

Párpados tuvo lugar gracias a una televisión que concebía al espectador como un individuo activo e inteligente, que interpretaba la relación entre texto audiovisual y audiencia como un diálogo interactivo. La pieza, lejos de sumir al público en una experiencia regresiva, infantilizante y exenta de crítica – lo cual consideran propio de la televisión autores como Postman o Hartley –, requiere la participación intelectual e imaginativa y la producción de significado, es decir, la descodificación del universo de Zulueta, que hizo del mundo un enigma irresoluble. Según Barthes, lo que nos anima a leer – en este caso un texto audiovisual – y a participar de una historia es la pasión du sens, la pasión del o por el sentido, la búsqueda activa de ese final ya formado que terminando el proceso dinámico de lectura promete dotar de significado al total de la narración. La forma en que el espectador busca un sentido y un argumento para una historia es equivalente a la forma como el hombre busca sentido a su vida, de ahí la importancia del disfrute de historias como juego de aprendizaje de sentido.

“Yo quiero que las cosas se entiendan y que incluso las fugas y los procesos físicos de mis cortometrajes más alocados, resulten comprensibles. A través del cine aspiro a comunicarme con la gente, porque de otra manera lo hago fatal…., lo que pasa es que a la hora de la verdad, también así resulta difícil”.

Iván Zulueta


Requiem

Toda valoración sobre la producción de los años ochenta debería señalar tanto los deseos institucionales de trasladar a la pequeña pantalla el nuevo imaginario pedagógico como el impulso de una política de decidido apoyo a la producción de series de calidad de producción nacional e internacional. Párpados fue rodado en la última década sin emisoras privadas, etapa en la que se emitieron más de veinte series programadas en horario de máxima audiencia. Se realizó en el umbral del paso de una tendencia televisiva a otra: una con vocación cultural, propia de los ochenta, la cual se servía de su monopolio para imponer productos didácticos y formar los gustos del gran público; y otra que a partir de los noventa se propone explotar y halagar esos gustos para alcanzar la audiencia más amplia posible, ofreciendo a los telespectadores productos sin refinar y exhibiciones sin tapujos.[5] Asimismo, se realizó en unos años de bonanza en el ámbito económico y cultural en los cuales se fomentó la producción nacional y se hicieron grandes producciones en el ámbito televisivo y el cinematográfico.

Para Hoggart y Bordieu, el imperativo de someterse a la presión del comercio, es decir, de tener que “conquistar” una audiencia enorme, desconocida e indiferenciada produce varios efectos en el arte televisivo, entre ellos reduce la habilidad de la televisión a la hora de asumir riesgos y promueve una objetividad espuria, con lo cual los productos televisivos se vuelven puramente comerciales. Temían que la dinámica de la televisión comercial desplazara el énfasis que la televisión pública había puesto en un pluralismo basado en principios y se guiara por un pluralismo de base pragmática que sólo produjera, en términos de cantidad y de forma, aquella diversidad que resultase rentable. Las producciones que atendiesen a gustos, preferencias e intereses no mayoritarios se desplazarían hacia los horarios de menor audiencia o simplemente desaparecerían arrolladas por el dictado del gusto comercial rentable. ¿Se han equivocado en sus concepciones o bien se ha cumplido la profecía? Probablemente las cosas no sean de un color o de otro, aunque sí es cierto que en esencia la televisión mainstream parece corresponderse con aquello que plantearon los distintos estudiosos europeos. Si tal como cree Postman, “el contenido de gran parte de nuestro discurso público se ha convertido en una peligrosa absurdidad”, recuperemos y celebremos los restos del naufragio, y mantengámoslos vivos a fin de recordar que otra televisión SÍ es posible.

Notas:

[1] Así se expresa el cineasta en “Iván Z”, un documental de Andrés Duque.
[3] Así habla Carlos (Eusebio Poncela), en Párpados.
[4] Hartley, John. Los usos de la televisión. Barcelona: Paidós. 2000. Pág. 43.
[5] Bordieu, Pierre. Sobre la televisión. Barcelona: Anagrama. 1997. Pág 70.

Enlaces:

* Duque, Andrés. Iván Z. (2004) Visionado en: http://documaniatico.blogspot.com/2008/11/ivan-z-andrs-duque-2004.html
* Párpados (1989). Descarga: http://www.megaupload.com/?d=91712JQV

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"Párpados". Fragmentos del trabajo final para la asignatura "Tendències de la Televisió Contemporània", impartida por Ingrid Guardiola en la UPF. Junio 2010.

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