sábado, 18 de junio de 2011

Hiroshima mon amour (I)


"Su primera conversación será pues alegórica. Será, en resumen, una conversación de ópera. Imposible hablar de HIROSHIMA. Lo único que se puede hacer es hablar de la imposibilidad de hablar de HIROSHIMA. Ya que el conocimiento de Hiroshima se plantea a priori como un ejemplar señuelo de la mente. Este comienzo, este desfile oficial de los horrores ya celebrados de HIROSHIMA, evocado en una cama de hotel, esta evocación sacrílega, es voluntaria. Se puede hablar de HIROSHIMA en todas partes, incluso en una cama de hotel, en el curso de amores fortuitos, de amores adúlteros. Los dos cuerpos de los protagonistas, realmente apasionados, nos lo recordarán. Lo que verdaderamente es sacrílego, si es que hay sacrilegio, es HIROSHIMA misma".



Retrato de la francesa:

"Es más atractiva que guapa (...) Todo en ella, palabra, movimiento, pasa por su mirada. Esa mirada se olvida de sí misma. Esa mujer mira por su cuenta". 

"Sabe que de amor no se muere. Ella tuvo, en el curso de su vida, una expléndida ocasión de morir de amor. No murió en Nevers. Desde entonces y hasta este día, en Hiroshima, en que conoce a ese japonés, arrastra en ella, con ella, el "vacío del alma" de una mujer que vive en una prórroga con una ocasión única de decidir su destino (...) Ella entrega a ese japonés - en Hiroshima - lo más querido que tiene en el mundo, su propia expresión actual, su supervivencia a la muerte de su amor, en Nevers."

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Marguerite Duras, Hiroshima mon amour.

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