Hace unas semanas decidí cartearme cibernéticamente con Ana Bello, una madrileña de 18 años.
Sus retratos de la gente con la que convive en el barrio de Tetúan me hicieron pensar en una cita de Susan Sontag, que opina que la fotografía es - además de un rito social y un instrumento de poder - una defensa contra la ansiedad. Hace poco Ana me confesó que las fotografías que hace ahora no le gustan tanto como las de antes. Yo no tengo esa sensación hacia su trabajo, al contrario, considero que ha habido una evolución importante, y no sólo a nivel técnico. Se trata de una sensibilidad general hacia los personajes, los encuadres, la luz, los motivos. No sé por qué a menudo nos afecta ese desánimo y esa negatividad.
Esto es lo que me contó sobre sus fotografías y su vida.
Sus retratos de la gente con la que convive en el barrio de Tetúan me hicieron pensar en una cita de Susan Sontag, que opina que la fotografía es - además de un rito social y un instrumento de poder - una defensa contra la ansiedad. Hace poco Ana me confesó que las fotografías que hace ahora no le gustan tanto como las de antes. Yo no tengo esa sensación hacia su trabajo, al contrario, considero que ha habido una evolución importante, y no sólo a nivel técnico. Se trata de una sensibilidad general hacia los personajes, los encuadres, la luz, los motivos. No sé por qué a menudo nos afecta ese desánimo y esa negatividad.
Esto es lo que me contó sobre sus fotografías y su vida.
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Empezó a gustarme la fotografía hace tres o cuatro años. Hacía fotos con la cámara del móvil que tenía. La réflex me la regalaron mis padres cuando cumplí quince años, fue un regalo que esperé con muchas ganas. Creo que las primeras fotos que hice “en serio” (que las veía y me sentía satisfecha) fueron urbanas, de edificios y calles, tipiquísimas. No sé exactamente qué es lo que me empujaba a hacerlo, sólo sé que luego veía la foto y me sentía bien. Nadie de mi familia (que yo haya conocido) siente especial pasión por la fotografía, simplemente fue algo que me atrajo hace tres o cuatro años.
Mi vida es un poco confusa en este momento, empecé Farmacia en septiembre pero lo dejé a los dos meses porque no me gustaba. Ahora estoy estudiando para sacarme en junio los certificados de inglés e italiano y echando currículums para encontrar trabajo de media jornada. También me gustaría sacarme el carné de conducir pero la economía no está muy a mi favor.
Lo de la fotografía como algo más que un hobby... la verdad es que depende de los días: algunos siento que es lo que debo hacer sí o sí; otros pienso que sería más sensato estudiar una carrera y después intentar trabajar de fotógrafa, así si no me sale trabajo puedo tirar de la carrera. Pero claro, la cuestión es qué carrera…
Antes llevaba la cámara siempre conmigo, pero por pereza y por lo que pesa empecé a dejarla aparcada en casa. Ahora estoy retomando las buenas costumbres intentando llevarla conmigo siempre que puedo. Ahora mismo uso mi 450D y sobre todo el 30mm f1.4 que es brutal. También uso de vez en cuando la analógica que me regaló mi abuela hace dos años. Es una Canon FTb que era de su hermano, que fue fotógrafo de deportes, y es muchísimo mejor que la réflex digital. El analógico me da la oportunidad de calcular la luz sin fotómetro, porque el que tiene está estropeado. También me aporta la ilusión de antes de tener los negativos y las copias en las manos, esas ganas de terminar el carrete desde la tercera foto.
Sinceramente la técnica es algo que no me importa demasiado, bajo mi punto de vista lo importante es que las fotos tengan alma. Técnicamente puede ser un fotón pero si la foto no tiene alma para mí no vale nada. Desde hace tiempo lo que más hago son retratos, preferentemente con el 30 mm f1.4, aunque he desempolvado el 50mm f1.8 que hacía muchísimo que no lo tocaba.
Desde que nací he vivido en el mismo sitio, me he ido encontrando con los mismos comercios y las mismas caras pero también he visto aparecer nuevas/os. El proyecto Tetuán (así se llama mi barrio), que empecé en octubre de 2010, es una especie de homenaje a lo que he vivido desde hace dieciocho años, a mi barrio (no pretendo que suene a “qué calle soy”, todos tenemos un barrio). También empecé el proyecto para perder la vergüenza a la hora de hacer fotos a desconocidos. Con los retratados no mantengo ninguna relación ahora mismo, pero por ejemplo a Shoshana la veo a menudo porque sus padres tienen una tienda de alimentación; Ramón me invitó un par de veces a tomar algo y me enseñó música; a Juan le he vuelto a ver un par de veces y me ha encantado porque me inspira muchísima ternura. En general no he vuelto a hablar más con ellos, sólo para entregarles una copia de la(s) foto(s). A las personas que salen en el proyecto no las conocía de antes, me atrajo su cara o el contexto en el que estaban y les pedí si les podía hacer una foto explicándoles el proyecto y que después les llevaría una copia de la foto.
Detrás de mis fotos está mi personalidad. Sin duda la elección de las personas a las que fotografío, la luz y los colores reflejan en parte cómo soy, cómo veo las cosas y lo que siento hacia esas personas; pero influencia en cuanto a fotógrafos no creo que haya, más que nada porque mi conocimiento es muy limitado. Mi cultura fotográfica es bastante escasa pero soy consciente de que es algo que debería cambiar. Fotógrafos que recuerde ahora mismo puedo decir tres nombres: James Nachtwey, Elliott Erwitt y Jan Grarup. Por internet también se encuentran cosas increíbles, sin ir más lejos el otro día descubrí una revista digital de fotografía documentalista que me gustó mucho, se llama 7punto7.
Para mí no es que la fotografía tenga algo terapéutico, es que si no lo hago me falta una parte de mí. Puedo estar meses sin hacer fotos, pero un trozo de mí está vacío y mi conciencia no está tranquila. Si hago fotos es porque me sale de dentro, no hay ninguna motivación en concreto, a veces porque quiero guardar un recuerdo de ese momento y otras simplemente porque siento algo que me empuja a hacer la foto.
En una ocasión hice fotos en estudio y no me gustó mucho, tal vez porque todo estaba ya preparado y mi única participación fue darle al clic. Pero tal vez si fuese yo quien se encargase de la iluminación, me gustaría más, aunque para ello tendría que aprender, claro. Aun así, yo creo que lo mío es lo no preparado. Me siento bastante satisfecha con lo que hago ahora mismo, es evidente que me queda mucho por aprender, pero en este campo tengo mucha confianza en mí misma, si no, no seguiría haciendo fotos.
Creo que cuando empecé a desanimarme fue porque no hacía casi fotos, y al ver las antiguas me gustaban y pensaba “ya no soy capaz de hacer eso”. Pero ahora lo veo diferente, creía eso simplemente porque estaba quieta, la clave es no dejar de hacer fotos y un truco (aunque parezca evidente) es llevar la cámara siempre encima.
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Podéis ver todo el trabajo de Ana Bello aquí:
Me ha encantado el trabajo de Ana Bello y lo que cuenta de su vida y de la fotografía. Sin duda lo lleva en la sangre, ese gusanillo que te impulsa y te llena. Que nadie en su familia sienta especial pasión por la fotografía...no pasa nada. Ella la siente toda. Mi humilde consejo es que estudie, pero algo relacionado con la imagen, la pintura, la gente. Puede ser algo más o menos largo tipo Periodismo o Comunicación Audiovisual o algo técnico relacionado con la imagen. Desde luego, al mismo tiempo, seguir haciendo fotos como le pide el cuerpo. Lo de buscarse un trabajo a media jornada, en el futuro, se traduce en trabajar a jornada completa, de cajera, camarera...trabajos muy dignos pero que ocuparán todo su tiempo y sin ganar apenas dinero. Ana, ni tendrás tiempo para hacer fotos, ni ganas por el gran cansancio, ni dinero para moverte en el medio y conocer gente, algo básico para llegar. Tendrías que meter la cabeza en el mundillo desde ya. Al mismo tiempo, conseguir una titulación. Te deseo toda la suerte del mundo.
ResponderEliminarSe nota que eres muy apasionada en lo que haces...
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