No es verano.
No lo es en los centros comerciales con aire acondicionado ni en la estación de FGC de Plaça Catalunya. No lo pone en mi expediente universitario aún no clausurado ni en mi modesto currículum. No lo he anotado en el calendario ni está marcado con naranja fosforito en mi agenda. Por tanto, no lo es.
Sin embargo a veces lo parece. Algunas noches las terrazas de los vecinos se llenan de amigos que ríen y vasos que hacen ruido al caer. Algunos mediodías una cantidad ingente de extranjeros pasea por Portal de l'Àngel mientras yo devoro el bocadillo de butifarra sentada en un banco. Algunas mañanas, según la obertura de mis párpados, me fijo en el termómetro que indica 31 grados al llegar al Vallès. Pero el resto del tiempo no parece verano, y por tanto, no lo es.
Cuando llega el fin de semana la megafonía anuncia continuamente que Nikon es la única marca que te da 5 años de garantía, y que todavía hay rebajas de verano en El Corte Inglés, pero no, no es verano, al menos no para todos, y no en todas las plantas. No lo es en la 7ª, donde busco recambios de baterías y cargadores universales, ni en el -3, donde las picaronas cucarachas de la lámpara, desde el techo, miran como me cambio de camisa y se divierten con mis vanos intentos por disimular un sujetador que me viene grande.
También soy motivo de mofa para otros bichejos propios de la época. Ayer soñé que mi madre tenía unos pescados fresquísimos sobre el mármol de la cocina, esperando para ser metidos en el horno en compañía de patatas, tomate y cebolla dulce. Estaban ahí estirados uno al lado del otro, con las bocas bien abiertas. Al agacharme para observar sus dientes vi en sus cuerpos unas huevas blancas casi tan enormes como los ojos. Y allí dentro, alargado, grandioso, un insecto negro estaba zampándose lo que debía ser MI comida, MI pescado al horno, MI premio culinario de los domingos. Eran las 7:00 a.m., sonó el despertador y me levanté con arcadas.
Mi madre hurgó entonces en su mental manual de psicoanálisis casero y me dijo que algo o alguien me estaba molestando sin que yo lo percibiera. O eso o que para mí todavía no es verano.
Pero seguro que está a punto de llegar.
El sujetador, por Mapatxe77
Las vistas desde el almacén de la séptima planta, por Sandra Urru
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No es por ser aguafiestas pero en cuanto termines tu vida universitaria y entres en la de los currantes...vete olvidándote de los veranos!!!, al menos de los clásicos. Mi humilde consejo es que vivas cada día como si fuese verano...devora ese pescado (la vida, en mi manual de psicoanálisis), sin miedo ni a insectos enormes (en la vida los hay de todas clases), ni a no ser capaz de rellenar la talla xxxl de sujetador (a una muñeca hinchable nadie le pide opinión). Me encantan tus textos y cómo los desarrollas. Un abrazo.
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