Mi
madre siempre me repite que en esta vida es importante establecer prioridades y
ser organizado. Por eso yo dedico mucho tiempo a apuntar las cosas que debo
hacer en una libreta roja cuadriculada, bastante más vulgar y corriente que su
agenda forrada en piel. En un intento por imitarla y seguir sus consejos, trato de determinar un orden mental para mi día a día. Elaboro un
“full de ruta” para los próximos meses, un manual de instrucciones para el
verano, un plan de evacuación del polígono de Sant Joan para cuando llegue el momento.
Así
que a todas horas apunto y borro, escribo y tacho, hago y deshago para al final,
irremediablemente, arrancar las hojas y tirarlas a la basura. Esta especie de
ritual macabro del tiempo da a veces una falsa seguridad. Da cierto placer como
fumar y beber, como masturbarse, como pintarse las uñas un domingo en el
jardín, como tomar el sol hasta quemarse. Es el placebo de los ansiosos, de los
despistados, de los maníacos. De los demasiado jóvenes y también de los demasiado viejos. Y
es que, bueno, si tal como lo pinta Bauman, en el siglo XXI todo es inseguro,
inestable y pasajero, el único consuelo que me queda es atarlo todo
de esta manera. Y echarle pimienta, lima y jengibre a su llamada “modernidad
líquida” y a los gintonics que preparas en tu cocina.
Y hablando
de comida, pienso que, el día que reaprenda a escribir (a escribir de verdad) te
contaré por qué la frase “cómete los cereales” se ha convertido en una metáfora
de las cosas que has hecho por mi y que todavía no sabes.
Te contaré que está la gente cuya ambición empieza a darme miedo y que luego
estás tú. Que están las hojas del calendario pasando por mi lado sin decir
adiós y que luego estás tú. Pero todavía no es momento para abandonarse a la ñoñería
porque estoy muy ocupada escribiendo en el cuaderno las
listas de cosas que tengo que hacer esta semana que a su vez contienen listas
de otras listas con más listas de…
Ah.
Aquí
dice que mañana a las 22:10h tengo que estar en Sants.
Pero
de esto me hubiese acordado de todos modos.
* *
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